Entradas

Mostrando entradas de febrero, 2017

Pobreza energética I

  El otro día empecé hablando de la historia esta el sueco que robó las bombonas de butano, y lo cierto es que acabé yéndome por los cerros de Úbeda. No era de terrorismo y confusiones de lo que os quería hablar, porque la aventura del sueco me recordó algo bastante más inmediato.   Hace unos años estuve destinado en una pequeña isla, un lugar paradisíaco donde el lema es 'lo que pasa en la isla se queda en la isla'. Que es un lema cojonudo cuando te vas a los cuatro días sin mirar atrás, pero cuando eres el que se queda a limpiar después de la fiesta pierde bastante chispa. En la isla se queda cada cosa...Y nosotros, los funcionarios de prisiones, somos los que nos quedamos limpiando hasta más tarde, y los que empezamos a preparar la juerga más temprano.   Normalmente en estos sitios la temporada empieza tranquila; El que tenía que ser puesto en libertad ya se largó sin decir adiós hace meses, y al que le ha caído una condena larga muy probablemente lo hayamos cundado a ot

Yihadistas de barrio

  Supongo que a estas alturas todos vosotros habréis leído lo del sueco al que detuvieron ayer en Barcelona tras robar un camión de butano. Es la típica noticia que parece poco más que una anécdota, algo para rellenar hueco en los noticiarios, pero lo cierto es que ha dejado muy alto el listón de las juergas. De hecho, muy probablemente la edición del próximo año del 'Diccionario de Expresiones de la Lengua Española' incluya su foto debajo de la reseña dedicada a 'Irse de las manos'.   Y aún ha tenido suerte. Independientemente de la condena que le pueda caer por atentado, hurto y demás, el amigo se ha librado por poco de que le peguen un tiro por yihadista. Y es normal. De un tiempo a esta parte, estamos asistiendo a unos atentados tan originales que, ahora, a cualquier alienado le pueden confundir con un lobo solitario del Daesh. ¿Os acordáis del tipo ese que entró en un Mercadona de Ourense hace un mes y pico?. Pues por poco se lo cargan. y todo por estar mal de la

Punto en Boca

  Una de las pocas ventajas que tiene la movilidad (o casi debería decir la inmovilidad) geográfica del cuerpo al que pertenecemos es que en cada Centro Penitenciario se juntan funcionarios de todos los rincones de España. Gracias a ello, cuando la gente se enrolla, organizamos aperitivos que se convierten en una pequeña cata de productos típicos, desde un flaó mallorquín a una cecina de León, que en realidad no es de león sino de vaca. (Sí, ya sé que es malísimo. Pero cada vez que alguien saca la cecina, salta alguno con el chiste, y si lo que quiero es reflejar la vida de un funcionario, tengo que contarlo. Mil perdones.)   Habíamos hecho planes para la mañana de hoy. Los sábados la prisión gira a medio régimen, y los mandos no suelen dejarse ver. Así que es el día ideal para atacar las taquillas y ver qué tiene cada uno de 'fondo de armario'. Juntamos queso manchego, chorizo picante scurado en el Bierzo más profundo, e incluso un poquito de jamón. A eso de las doce consegu

Portero de Noche

  Hasta hace no muchos años a nuestra profesión accedían hombres y mujeres de forma separada. De hecho, existía una escala masculina y otra femenina dentro del Cuerpo de Ayudantes de Instituciones Penitenciarias. Ello atendía a la necesidad de que, dentro de los módulos masculinos, prestasen servicio exclusivamente hombres, y viceversa. Desde hace relativamente poco tiempo esto ya no es así, se han unificado escalas, y compañeros y compañeras sirven en los mismos módulos indistintamente del sexo de los internos.   No es que esto haya supuesto una revolución (mucho menos una revolución sexual, como a más de un@ le hubiera apetecido), pero tampoco ha sido un camino de rosas. Aún a día de hoy compañeras se quejan de que, por ejemplo, en muchas cárceles no se les permite prestar servicio en un módulo cuando lo han de hacer en solitario, y muchos compañeros se quejan de que a ellas se les adjudican destinos alejados del patio y, por ello, menos peligrosos.   Lo cierto es que en mi experie

Gente de éxito

Para celebrar que cumplimos cincuenta entradas, hoy voy a publicar un relato escrito por otro compañero. Es Isaac, ya le habéis conocido en alguna otra de mis entradas, y llevaba algún tiempo queriendo colaborar. No me voy a entretener más con presentaciones, que ambos recordamos la vez que se cambió de guardia y hasta le leyeron una poesía de bienvenida, y no es cuestión de hacer el ridículo a nuestra edad. Aquí os lo dejo. EL BURNÓ. La cár cel, si todo v a bien, es un lugar tr emendamente aburrido. T e pasas la ma yor parte del tiempo observando el c omportamient o de cientos de r eclusos. Ellos a su vez tam bién se aburren, por l o que hay cient os de reclusos observándot e a ti, lo que te con vierte en una especie de monito de f eria. Haciendo servicio una mañana en una suert e de jaulas del departament o de primeros gr ados, donde los más inadapt ados salen solos para no p elearse con otr os inadaptados… O sea, lo peor de lo peor , se lo escuché a uno de los seres des

Novatadas

Algo que no se suele dar en nuestro trabajo es el fenómeno de las novatadas. Realmente no sé si en otros ámbitos es cosa común, y lo cierto es que en otros trabajos sí que me han gastado y he gastado  bromas a los más inexpertos. Antes de currar en esto fui teleoperador, entre otras muchas cosas, y no era raro pasarle un cliente particularmente picajoso al más novato. Un poco por joder, si. Pero también para ver cómo se desenvolvía en una situación difícil. Bueno, en realidad era solamente por joder.   Se podría pensar que en nuestro entorno, un hábitat de gente bronca y viril, de uniformes, tacos y palmadas en la espalda, las novatadas son moneda corriente. Una forma de diferenciar al hombre del niño, al que es 'de los nuestros' del que no sabe dónde se ha metido. Nada más lejos de la realidad. En mis muchos años de servicio no he padecido ni hecho padecer ninguna de estas situaciones. Me gustaría pensar que es porque somos gente sobria, un Cuerpo de profesionales que está po

Delicatessen

El presupuesto para comida que nos proporciona la Dirección General es de 3.70€ por persona y día. Con ello hay que pagar desayuno, comida y cena. Además, de ese dinero hay que descontar los sueldos de los internos trabajan en la cocina. Habrá quien lea esto y le parezca que ya bastante es que no les demos una dieta estricta de pan y agua, y que en China les pegan un tiro en la nuca y le cobran la bala a la familia. Hombre, es un enfoque. Pero de momento, los chinos se dedican a copiar a occidente y no al revés. Dejemos que esto siga así, por favor. De este encaje de bolillos, de lo de comprar la comida ajustándose a ese presupuesto, digo, se encarga un funcionario de área mixta-economato. Y no creáis que la gente se da de bofetadas por conseguir el puesto. Hay que hacer pedidos, controlar el peso de la carne que te traen los proveedores, y que no te intenten colar mucho hielo. Que lo intentarán. Intentarán hasta colarte piedras en las lentejas. Una vez, a saber por qué, un frutero int

... Uno no tiene la culpa.

  Desde la cabina de acceso al patio Isaac, mi compañero aquella tarde en el módulo, y yo, observábamos aburridos a los internos. En uno de los bancos del patio se habían sentado Ródenas y un par de sus secuaces, si es que secuaces no es un término demasiado generoso para aquel trío de mindundis. Beria revoloteaba a su alrededor, poniéndole ojitos al macho Alfa.   Hace treinta años, Isaac y yo amenizaríamos la vigilancia  fumando Ducados y paladeando un par de copas de coñac, o lo que tuviésemos a mano. En pleno siglo veintiuno, la ley anti-tabaco y la estricta ley seca que impera en todas las prisiones habían impuesto un notorio cambio en los usos y costumbres del funcionariado. Yo combatía la modorra con un té con sacarina e Isaac, que hacía poco que había empezado a practicar el boxeo en sus ratos libres, masticaba lentamente una barrita de proteínas. Un par de minutos antes, un funcionario veterano que había venido a entregarnos unas instancias para que las repartiésemos a los in