Perras

- Hago yo lo que han hecho esos cabrones y no veas... Me meten una semana como mínimo en aislamiento, más luego la ruína que me quiera meter el juez. Y lo mismo es un año, y me lo como... Que se yo.-
- Hasta que lo cumplas entero. - 
- Pues si, hasta que lo cumpla entero.-
Los internos se arracimaban en torno a la ventanilla del economato, esperando a que abriese. O sea, que aún no eran ni las nueve de la mañana. El frío hacía que se confundiesen el humo de los pitillos con el vaho de las respiraciones, pero la cosa echaba humo por si sola.
- ¿Y sabes por qué es? Porque son las chivatas del director. Que si no, de qué. Le parten la cara al pobre Rosendo, lo mandan a enfermería con la cabeza abierta y al día siguiente están aquí, de vuelta en el patio. Porque han cantao algo. A saber que. Son unas perras.-
- El director y sus colegas viven de puta madre, con sus seis mil al mes y en su chalet, tocándose los huevos. Y ahora a nosotros nos toca hacer lo que hay que hacer. Y comernos el marrón. Bueno, el marrón nos lo vamos a comer nosotros... Y el pobre hombre ese, que está ahí leyendo y no sabe lo que se le viene encima.-

Pues nada, aquí estoy, sin saber lo que se me viene encima, pero haciéndome una idea bastante aproximada.
Tengo que ponerme a estudiar la oposición de ascenso desde ya. Lo del chalet y los seis mil suena muy bien. Y ya estoy harto de ser un pobre hombre y de comerme los marrones de otro.

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